Carne roja sí, carne roja no

Esta vez la ha liado; la OMS, digo. ¿A quién se le ocurre decir que el jamón serrano es carcinógeno para los humanos? Hasta ahora yo ni siquiera conocía la palabra carcinógeno, mi cultura no es tan amplia, pero es obvio que el significado no puede ser más letal: comer jamón puede matar. Y no sólo jamón: todas las carnes rojas, la de ternera, la de cerdo a falta de que algún estudio sesudo nos descubra si finalmente se la considera como carne roja o blanca, las salchichas, las hamburguesas, cualquier carne roja tratada o en salazón…En fin, un desastre.

La Organización Mundial de la Salud a través de la Agencia Internacional de Investigación sobre el cáncer basado en el informe elaborado por 22 expertos de 10 países distintos no deja lugar a dudas: la carne roja tratada o sin tratar eleva el porcentaje de posibilidades de tener cáncer. Las alarmas se han encendido: por un lado, los carnívoros de pro se han levantado en armas para defender su derecho a comer carne sin que nadie le amargue el momento; por otro lado, las empresas cárnicas hablan de irresponsabilidad ante los efectos que esta explosiva afirmación puede tener en sus ingresos mundiales; y por último, están los vegetarianos o veganos, que muestran una sonrisa sabiondilla porque un ente tan importante difunda algo que para ellos es evidente.

Perdonen mi desconfianza, pero la primera pregunta que me viene a la cabeza es: ¿Qué intereses hay para que ahora la OMS haga esta afirmación que, por otro lado, se venía rumoreando desde tiempo atrás? ¿Habrán invertido algunos de esos 22 expertos en carnes blancas o en verduras?

Y es que son muchos años escuchando informes que llegan a conclusiones tan extrañas como que beber un vaso de cerveza después de hacer ejercicio es mejor que beber uno de agua. Claro que, quién encargaba el informe era…adivinan…una empresa dedicada al sector cervecero. Así funciona la investigación privada: si yo tengo una gran compañía de vinos y dinero para encargar un estudio, lo que haré será pagar a estos expertos para que concluyan que beber vino mejora la salud, obviando los efectos negativos del producto.

Así que, no es que cuestione la veracidad de esta afirmación vertida por la OMS, de hecho, no me cabe ninguna duda de que el exceso de carne roja es perjudicial para la salud…y el de carne blanca y el de pescado y el de zanahorias. ¿Se imaginan que alguien se alimentara sólo de zanahorias? Estoy seguro de que ningún experto dudaría en decir que no sería una alimentación equilibrada. Recuerdo a una nutricionista amiga que hace algunos meses, hablando de comer sano, me recordaba algunas cosas muy interesantes: comer mucha carne no es bueno, ni el exceso de fiambres, salchichones, chorizos…porque contienen demasiada sal; hay que tener cuidado con el mercurio del atún, con el anisaki de muchos pescados, que sólo mueren con la congelación durante 48 horas (es decir, que si antes había que comer pescado fresco, ahora es mejor que sea congelado); y por último, si alguien cree que los vegetales están al margen, se equivoca: la mayoría de las verduras que comemos están rociadas con fertilizantes y productos que ingerimos y que son perjudiciales para nuestra salud; ni siquiera podemos tener la garantía de que cuando compramos productos ecológicos en realidad no estén tratados artificialmente porque hay fincas que se consideran ecológicas cuando sólo una parte de sus cultivos lo son.

En fin, que mi amiga, la nutricionista, después de explicarme todo esto y, por lo tanto, hundirme en la miseria porque me estaba abocando al único camino de ser liquidoriano, es decir, echarme a beber sólo líquidos, me dio el mejor consejo en cuanto a alimentación: “Como todo lo que comemos tiene efectos perjudiciales para nuestra salud, además de otros positivos, lo mejor es una alimentación lo más variada posible: así tu cuerpo recibirá un poco de lo malo de cada producto pero no acumulará una gran cantidad de él”.

Aun así, muchos de nosotros conocemos a personas con una vida completamente sana, alimentación equilibrada, ejercicio, sin aparentes riesgos genéticos, y al que un cáncer se lo ha llevado por delante; eso por no hablar de otros, como el líder comunista Santiago Carrillo, al que siempre se le recuerda con un cigarro en la boca y que falleció a los 97 años con una cordura envidiable y después de una vida entera pegado al tabaco. Eso significa que no hay reglas infalibles, ni en alimentación, ni en salud, ni en la meteorología, ni en nada en la vida.

De forma que yo como verdura porque me gusta y la intercalo con carne, pescado, pasta, legumbres, fruta, frutos secos…me gusta comer. Y si los expertos de la OMS o cualquier otro piensan que voy a dejar de degustar esas exquisitas finas lonchas de jamón serrano ibérico cuando el bolsillo me lo permita o comer un buen chuletón de buey en un restaurante vasco, cada vez que voy por mi tierra de origen, está equivocado. Todos los excesos son perjudiciales, pero cada alimento, es un justa medida es un manjar a degustar siempre que así lo elijamos. La otra opción es no comer de nada, y así seguro que morimos en unas semanas.

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