Casa lunes por la tarde participo como voluntario en el aula de cultura de Solidarios para el Desarrollo, una ONG que lleva años trabajando con las personas más desfavorecidas, como reclusos o sin techo.
Empecé como ponente, presenté mis novelas allí e incluso el documental «Frágil, camino de cristal», que dirigí. Ahora acompaño a ponentes que hablan a los internos de distintos temas: sicología, literatura, pintura, coaching, actuaciones musicales…
Vamos al módulo 13, de respeto, de hombres y al 10, también de respeto, de mujeres; una semana vamos a hombres y otra a mujeres y una vez al mes al módulo sociocultural, donde llevamos actuaciones más multitudinarias.
Los martes por la mañana vuelvo a la prisión, esta vez para impartir el taller de escritura creativa en el módulo sociocultural a un grupo de unos diez alumnos de distintos módulos, muchos de los cuales escriben también en la revista de la cárcel, «La voz del Maco».
Está siendo una de las experiencias más gratificantes de mi vida, porque me ayuda a comprender que hay la misma cantidad de buena gente dentro que fuera.
No hay muchas posibilidades de sacar foto, pero cada semana Ada nos hace una en la puerta de la cárcel.